jueves, 11 de septiembre de 2014

"VALENTÍA Y COBARDÍA" REFLEXIÓN DE ANDRÉS ORTIZ-OSÉS EN HERALDO DE ARAGÓN


Ante la inminente conferencia a cargo del filósofo Andrés Ortiz-Osés en la Biblioteca de Aragón, como sesión inaugural del ciclo de actividades de la Asociación Aragonesa de Amigos del Libro, el próximo martes 16 a las 19.30, hemos querido incluir en este blog el último articulo publicado  por Heraldo de Aragón del día 9 de septiembre, en el que el autor demuestra la agudeza de su afilado análisis sobre la conducta del Ser Humano






VALENTÍA Y COBARDÍA

                                                                                          Andrés Ortiz-Osés

Sintomáticamente, en la mentalidad popular, la valentía se considera guerrera o belicosa, viril o varonil, pagana o profana. Frente a ello, en la estela de Nietzsche, Arturo Pérez-Reverte considera que la religión cristiana resulta pasiva o martirial, no-violenta y falta de valentía, femenina o feminoide.Es verdad que el paganismo, sea griego o romano, defendió que la auténtica “virtud” es viril o varonil, y por tanto valentía extrovertida, como la que por cierto exhibe nuestro novelista y académico en sus lances periodísticos, tras haber sido activo corresponsal de guerra.
Frente a esta valentía externa o exterior, masculina o masculinista, resulta obvio que el auténtico cristianismo propone una especie de valentía interior, tal y como lo simbolizan in extremis los propios mártires. Los cuales no son menos valientes o más cobardes que los héroes belicosos, pues se trata de (anti)héroes no-violentos. Esta no-violencia no debería entenderse en plan masoquista, como a veces se malentiende, ya que Cristo no ordenó poner la mejilla blanda, sino si acaso oponer la cara dura, que es la legítima defensa.
Desde la perspectiva pagana, el mártir cristiano es una especie de suicida y, en consecuencia, un antihéroe; de este modo se denigra no solo al mártir sino al suicida, como si fueran cobardes. Acaso por ello, la asunción de la muerte por parte de los héroes paganos Sócrates o Séneca los convierte en unos paganos cuasi cristianos, puesto que afirman la muerte pacíficamente. Los héroes paganos van de Alejandro Magno a Napoleón; los antihéroes religiosos o cristianos van de Jesús a Gandhi.
Los auténticos héroes cristianos no son héroes matadragones, sino salvadragones: tal es el caso de Francisco de Asís, cuando amansa al lobo dracontiano de Gobbio. Ahora bien, esta visión franciscana es la auténticamente cristiana, y se diferencia por su pacifismo de las Cruzadas y la Inquisición, de san Miguel, san Jorge y Santiago, arquetipos todos de un heroísmo matamonstruos en la línea pagana de Teseo, Hércules y Perseo.
Arturo Pérez-Reverte evoca en “El sol de Breda” el famoso lienzo de Velázquez, cuyo nombre popular es “Las lanzas”. Significativamente la pintura de Velázquez en general, y esta en particular, fue calificada por nuestro Baltasar Gracián como una pintura “a lo valentón”, queriendo destacar el rasgo fuerte velazqueño frente al rasgo suave propio de un Tiziano. De nuevo aparece aquí la contraposición entre lo fuerte y lo suave, lo valiente y lo cobarde, lo viril y lo femenino.
Como decía Giulio Andreotti nos falta finura o delicadeza, que es por cierto lo que exhibe el italiano Tiziano en medio de nuestra reciedumbre. Eduardo Punset, en un alarde de simple alarde, ha llegado a definir la felicidad epicúreamente como la falta de miedo, sin darse cuenta de que esta es la definición del bravucón o valentón, frente al cual uno prefiere sin duda al Valentín símbolo del amor frente a la guerra.
Fue Cervantes quien proyectó con exquisito humor un héroe quijotesco, contrapunteado por un antihéroe pancesco, tomando distancia de la valentía solemne del uno y de la cobardía cabizbaja del otro, mediando ambos extremos en una actitud humana y humanista de carácter “quijopancesco”, a un tiempo valiente y cobarde, idealista y realista, como la que encarna el propio Cervantes, héroe en Lepanto y antihéroe recaudador de contribuciones.
Nietzsche adujo que los españoles hemos pretendido demasiado: demasiado mucho por arriba y demasiado poco por abajo, añadiría yo, ya que nos dividimos entre la santa valentía y san Valentín, Juan de la Cruz y Juan Tenorio,  la ortodoxia clerical y la heterodoxia anticlerical.

Parece que fuimos a combatirnos a nosotros mismos en Flandes, o sea, a los flamencos desde nuestra flamencología nacional. El viaje de la soleada España al brumoso Flandes, la lucha entre los flamencos morenos como el vino y los flamencos rubios como la cerveza, ambos tan flamantes, debió ser una lucha macabra por la flamenquía, a ver quién era más flamenco. Craso error que lleva al horror, como la historia enseña ensañándose con nuestra propia enseña. Erasmo tenía razón: ni los católicos ni los protestantes, ni los flamencos españoles ni los flamencos holandeses, sino empatar o empazar: la paz que no es cobardía sino mayor valentía.

1 comentario:

  1. Magnífico Ortiz-Osés. Siempre se ha dicho: es mucho más fácil - y más cobarde- declarar una guerra que dedicarse a mantener o hacer la paz. Y, sin embargo, lo obvio se olvida con frecuencia.¡Anda que no hay monumentos a los que a lo largo de la historia se empeñaron en llevarnos a las guerras para su beneficio!

    ResponderEliminar