miércoles, 18 de abril de 2012

ORO NEGRO Y OTRAS HISTORIAS SUBTERRÁNEAS

ORO NEGRO Y OTRAS HISTORIAS SUBTERRÁNEAS


Acerca de un conocido, me fue narrada una historia que les cuento:

Este señor era dueño de una plantación de encinas micorrizadas de las que obtenía una buena cosecha de trufas. Era un excelente negocio puesto que el oro negro, expresión con la que también se conoce a este hongo subterráneo y escaso, gozaba de una seria cotización en los mercados. El proyecto propició la ampliación de la finca y a tal efecto, el agricultor se embarcó en unas cuantiosas inversiones, necesarias por otra parte para la conveniente infraestructura. Una crisis llegó sin previo aviso para los que no saben leer entre líneas y a nuestro hombre le cayeron encima los créditos pendientes que le obligaron a buscar capital en otros pagos.

Después de algunas gestiones, contactó con una gran multinacional del sector trufícola; en menos que cuesta contarlo se pusieron de acuerdo, manteniendo en su poder, como efecto del contrato de venta, un paquete de acciones no menor de un 20%. Además, recibe el importe del valor tasado y se le asegura grandes inversiones en redes de distribución, análisis de terrenos, presupuestos para expansión, participación en los negocios del grupo. Y COMERCIALIZACIÓN.

Se cuenta por el lugar, que la juerga en la finca de nuestro conocido no cabe en los anales de lifaras en las que no faltó de nada. Fue una bonita relación que le permitió dedicarse a otras cosas, entre ellas reclamaciones a un primo lejano sobre unas imprecisas tierras. A tanto llegó que incluso llegaron a las manos. Al fin la cosa acabó mal para nuestro hombre porque en las reyertas le mataron varios rebaños y le agujerearon el casco de una barca que tenía en el pantano. En resumidas cuentas, no se sabe si se sosegó o  dio cobijo a la venganza. Lo cierto es que no paraba. Con el machacante de la operación en sus arcas, se dijo que, sin que se enteraran sus socios, de momento, se iba a poner a hacer prospecciones de su querido oro negro o “tuber malanosporum”, trufa en modo coloquial, en mitad del pantano, al que llaman embalse. La decisión partía de un sueño que tuvo una noche en el que se le apareció la cara circunspecta de su socio  para avisarle de unos rumores confidenciales sobre la existencia de la mayor reserva de trufas negras bajo las aguas. Añadía serio que él no se podía permitir creer semejante extravagancia pero que haberlas, habíalas y gordas. Eso sí, debajo del agua, con lo que cuesta. Que tenía buenas fuentes. Que él mismo. Incluso le dio las coordenadas.

Claro, un sueño tan idem, viniendo de quién venía, le hizo cavilar. Resolvió que haría como que no se había enterado porque los sueños no son verdad, pero rápidamente se preparó lo necesario y allá se fue; pero cuando llegó a la mitad de la gran balsa se encontró con unas maquinazas haciendo pozos muy hondos, que resultaron ser las máquinas de sus socios. Encima resulta que encontraron. -Muchísimas, y las que han quedado por coger-dijeron. Se le subió la sangre a la cabeza y se montó un buen follón. El de por aquí les reclamó que todo lo que se encontrara en el pantano era suyo, puesto que sus fincas se bañaban en sus aguas y antes del agua hubo tierras, además, de su familia. Como los otros dijeron que “nastis”, el trufero se rodeó de una cuadrilla pagada, que a su vez rodeó todos los lindes de todas las fincas y no dejaron pasar a nadie, desalojando con diligencia a todos los que trabajaban por allí.

Ahí andan, que si amago, que si otro amago. Los otros han valorado el inventario en una cifra pero el de aquí- sí, que sí- ¡Que NO!- dice que no.

Bueno, no deja de ser una historia curiosa. A saber cómo acaba, supongo que me lo contarán. --Estos truficultores tienen cada cosa…. Ahora subirán las trufas, con lo caras que son- es la moraleja que me queda.

Ya en el coche, por la radio, la voz de terciopelo de la locutora está hablando de un asunto muy gordo. Nada menos que de una expropiación a la mayor compañía multinacional de este país. No puedo por menos hacer paralelismo entre tanta historia subterránea. Ya se sabe que el oro negro mueve gobiernos.

texto y foto: Eugenio Mateo

2 comentarios:

  1. Buena historia, creo que he leído algo por ahí en la tradición de los apólogos de la literatura... incluso francesa.
    "Un riche laboureur / sentant sa mort prochaine, / fît venir ses enfants / les parlâ sans témoins / Gardez-vous de vendre l'héritage / qui nous ont legué nos parents / un trésor se cache dédans..."
    Mariano Ibeas

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  2. Los pasteles tan grandes y sabrosos no se pueden dejar en manos de cuatro facinerosos; pero tampoco en manos de cuatro politicastros, que son de la misma calaña. Esto es un jeroglífico, pero que tiene solución, como todos...
    Abrazos

    M.Ara

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