martes, 2 de agosto de 2011

UNA VISITA AL MUSEO DIOCESANO DE ZARAGOZA










































Invitado, muy amablemente, por el director científico del Museo Diocesano de Zaragoza, Domingo Buesa, acudí a la cita con mucha expectación pues desde su inauguración el 21 de Marzo de este año, la visita figuraba en mi agenda como pendiente intuyendo, por lo leído al respecto, las sorpresas que su recorrido me iba a deparar. El viernes 29 de julio, a la hora fijada, allí estaba, armado de mi curiosidad y con el bloc de notas listo. Domingo Buesa también acudió puntual y  nos encontramos en la cafetería del museo, presidida por un espectacular mural del pintor zaragozano Ruiz Anglada. Buesa dió las oportunas instrucciones, me dejó con la guía, Pilar Muniesa, e iniciamos la visita pero antes es conveniente aclarar que desde el momento de cruzar el acceso al edificio del palacio arzobispal en el que se encuentra enclavado el museo, se aprecia de manera inmediata el impresionante proyecto de restauración, llevado a cabo por los arquitectos Javier, Belén, Sonsoles,y Clara Borobio Sanchiz, del Estudio BAU. El conjunto arquitectónico que vamos a recorrer hunde sus raíces en la historia mas antigua de la ciudad, puesto que fue construido en sus diferentes partes o zonas sobre el solar del Foro romano del siglo I a.c. y el de la Mezquita mayor de la Taifa de Saraqusta, aprovechando un torreón de la muralla musulmana que albergó la primera residencia del obispo D.Pedro de Librana, después de que Alfonso I el Batallador conquistara la ciudad en el año 1118.

La historia de la ciudad nos va a ir saliendo al paso en cada sala, en cada recoveco, convirtiendo al propio edificio en el auténtico museo por lo que no es gratuito decir que vamos a ver dos museos, el que acoge y el que contiene.

La estructura expositiva se reparte entre sus tres plantas a lo largo de 15 salas; cronológicamente engarzadas, se muestran piezas desde el siglo XII hasta el XX de Maestros románicos, góticos, mudéjares, renacentistas, barrocos, neo clásicos, rococó, neo renacentistas y contemporáneos.  En el libro a la venta sobre la Biografía de una Restauración, de los hermanos Borobio Sanchiz, se habla de los hallazgos que el saneamiento del viejo edificio fue sacando a la luz. Así, lo que pudo ser el Aula o Sala Episcopal del palacio gótico construida por el arzobispo  Don Dalmau de Mur poco antes de 1450, se ha recuperado, mostrando las yeserías flamígeras y la fastuosa puerta que se puede admirar desde las dos primeras plantas. Todas las obras seleccionadas son en si mismas auténticas joyas del arte pero me gustaría destacar algunas como la talla románica de Nuestra Señora del Salz; los capiteles románicos de la iglesia de Santiago en Zaragoza, desaparecida en 1916 por la piqueta; la imagen gótica de la Virgen con el niño, obra de Franci Gomar, uno de los maestros del retablo mayor de la Seo; el arcón funerario de San Braulio; el mayestático Cristo en madera policromada de Damian Forment de 1525; la tabla gótica de Martin Bernat de 1480 sobre la detención de San Vicente y San Valero; el busto barroco de Santa Engracia; las arcas renacentista de cedro rojo; la ventana múdejar hacia 1379 en la sala 8 o las techumbres, asimismo mudéjares, de las salas donde vivieron los reyes cuando visitaban Zaragoza;  la maravillosa tabla de  Martin Bernat sobre San Antonio Abad, y muy influenciado por los grabados alemanes de la época; el Cáliz del Compromiso de Caspe, donde Fernando de Antequera fue nombrado Rey de Aragon ; las tallas en alabrastro o madera de Damian Forment;  los cuadros de Jusepe Martinez, Francisco Bayeu o Francisco de Goya; La Sala de los Obispos y las grisallas pintadas por Félipe de Cáceres;  la labor de D. Hernando de Aragón, nieto de Fernando el Católico, que regularizó todo el conjunto de edificios del Palacio Episcopal; la moderna solución museística de la vitrina de la Procesión Eucarística en la que se exponen relicarios, cruces y custodias en conjunción de la luz y el espacio.

Estamos ante uno de los mejores museos religiosos de España y posiblemente el mejor museo de Zaragoza. No importan las convicciones religiosas o los tabúes preestablecidos. El Arte es humano y el patrimonio cultural que refuerza a la ciudad no debe supeditarse a la propiedad. Ateos, agnósticos, creyentes y aficionados sin filiación, tienen aquí una experiencia sin parangón para identificar sus orígenes como nación y reyno, contribuyente decisivo a la Historia de España. 

La Directora Gestora del Museo, Mª Carmen de Miguel Etayo, me contaba sobre la constante afluencia de público y que el Arzobispado había tenido mucho cuidado en separar Religión de Arte, consiguiendo que el pueblo de Zaragoza haya entendido el esfuerzo titánico en rescatar nuestro Patrimonio, por encima de la  connotación piadosa. El Museo dispone de salas para exposiciones temporales, que reforzarán la propuesta cultural de primer orden que ya podemos disfrutar a las orillas del Ebro.

Cuando al salir, Mª Carmen de Miguel me enseñaba la gigantesca infografía de Sor Isabel Guerra, pasamos junto al pozo medieval que se ha restaurado en la entrada y la cercana influencia del Rio Ebro trajo una suave brisa que despertó un orgullo dormido de aragonés.


texto y fotos Eugenio Mateo
29.07.2011
Museo Diocesano de Zaragoza

3 comentarios:

  1. Hola Eugenio,

    Me ha encantado la reseña del museo de tu blog, sobre todo cuando comentas: "No importan las convicciones religiosas o los tabúes preestablecidos. El Arte es humano y el patrimonio cultural que refuerza a la ciudad no debe supeditarse a la propiedad.",porque la idea es acercar este arte tan rico a todos los públicos, a través de una explicación objetiva y rigurosa.
    Pilar Muniesa

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