lunes, 31 de mayo de 2010

LA ENTREVISTA

SE NECESITA AYUDANTE

El cartel, pegado sobre el cristal de un local, que pasaba perfectamente desapercibido en aquella calle de tercera, tiró de él como un imán que atrajera su curiosidad.

Franqueó la puerta y una pequeña sala con un desvencijado mostrador, le inspiró poca expectativa, pero se quedó, porque la necesidad es un terrible efecto y no estaba él, en situación de permitir seleccionar las apariencias.
A través de la cortina, que se hallaba detrás del mostrador, apareció un hombre muy pequeño, pues acaso no mediría ni un metro cincuenta, que con gestos cuidados le preguntó en que podía ayudarle.

“Buenos días, vengo por lo del cartel de la puerta”

¡ Ah! ¡Sí! Enfatizó. ¡El cartel!

¿Y qué es lo que puede hacer usted?, sonrió.

-Bueno… depende… ¿Qué es lo que necesitan?- Preguntó titubeante.

Gente con imaginación- le contestó el hombrecito y requirió a su vez- ¿la tiene usted?
Creo… creo que sí.- se sinceró.- Verá, soy escritor en paro y he podido imaginar demasiadas cosas, pero últimamente imagino historias que no dan de comer. No sé si responde a su pregunta.
Claro, claro.- se apresuró a afirmar el otro.- Pero me va a permitir que hagamos una pequeña prueba para ver su aptitud.

¡Perdone! Pero, ¿puedo saber en qué consiste el trabajo?
Al hombrecillo se le iluminaron los ojos, que eran vivarachos y pillos.- Todo a su debido tiempo, amigo, todo a su debido tiempo. Pero en fin, ya que lo pide, le diré sólo que hacemos un trabajo muy especial.

Antes de que el candidato pudiese asimilar esa pista indefinida, le miró fijamente y le pidió: Por favor, lea en mis ojos. Busque las respuestas.
No hubo motivo de dudas sobre su confusión pero el hombrecito le tomó la mano y apretó, urgiendo a la petición.

Como en un travelling, su vida se proyectó a través de los ojos de él; escenas, algunas olvidadas y otras enterradas, pero todas reales, tomaron forma en su memoria y los recuerdos dieron fe de su errática presencia, persiguiendo sueños imposibles o quimeras tan falsas como breves; pidió siempre sin ofrecer nada a cambio. Su película tenía el final predecible del fracaso. Sus sueños jamás se habían vivido.
¡Cuántas cosas cambiaría si pudiese rebobinar!

(Los sueños son mejores si son compartidos, no en vano ese es su auténtico motivo y no era otro su error que haberlo ignorado al esconderlos detrás de una careta.)

La voz le devolvió al instante real. -¡Muy bien!- Es suficiente.-

Lo vio enfrente, sonriéndole francamente. –Has pasado la prueba, serás un buen colaborador.

Para el trabajo que te ofrezco hace falta mucha responsabilidad, pues es sumamente delicado. Ahora ya te lo puedo contar porque estás contratado.

Y le dijo, con solemnidad.- En esta casa, reparamos sueños rotos.

LA ENTREVISTA
Mayo 2010
por Eugenio Mateo otto


No hay comentarios:

Publicar un comentario