miércoles, 16 de septiembre de 2009

CARLAC, EL BOSQUE ENCANTADO













todas las fotos de Eugenio Mateo.





Permitirme que os cuente sobre un lugar que existe, todavía, en la muga del Baix Aran con la región francesa de la Occitania y al que deberíais ir, como a un lugar mágico, en busca de la expiación de vuestros pecados de seres urbanitas.


La peregrinación parte de BAUSENS, una minúscula aldea escondida entre la vegetación y que vive bajo la protección de las imponentes cumbres de VACANERA tapizadas de verde o de blanco, según la estación. Tendremos que rodear su iglesia y su pequeño cementerio, donde la leyenda sitúa a unos modernos Romeo y Julieta locales. El primer aldabonazo a nuestros sentidos nos lo da la fachada, sin interés arquitectónico especial, pero en cuyos muros de base asoman unas lascas de piedra, a modo de cimientos, con unas inscripciones protocristianas y posibles runas celtícas. Junto a la puerta y también utilizado como contrafuerte para reforzar el muro, la cubierta de una estela funeraria, que algunos estudiosos datan como Romanas del siglo II y otros se inclinan por clasificarlas como Visigodas, en el VI, muestra las efigies de tres seres milenarios bajo unos delicados arcos de herradura. Hay que agradecer al que reconstruyó el templo, en el siglo XVIII, en un modesto estilo Renacentista, después de un pavoroso incendio que destruyó toda la localidad, que utilizara estos vestigios de manera que pudiesen ser vistos, en contra de las costumbres de la mayoría de canteros que utilizaban capiteles y piedras angulares para reforzar sus reconstrucciones de manera que sus motivos quedasen mirando hacia dentro del muro, privando así a los que vendrían después, de maravillas que jamás podrán ser observadas. ( de esto nos podría hablar mucho el insigne J. L. Aramendía, que tiene documentados y fotografiados, excelsos capiteles Románicos usados como piedras angulares con su lado tallado sepultado en la pared )


Dejando atrás el templo se nos abre un sendero, que pronto abandona el pueblo allá abajo y que poco a poco se vuelve aeréo, pues bordea un precipicio que se desploma entre robles y avellanos, donde al fondo serpentea la carretera a Francia, y en su vocación funambulista permite la contemplación del macizo de las Maladetas hacia el sur, que nos muestra como en la Sábana Santa, su glaciar herido de muerte. El ANETO aparece como una gigantesca borda más que como un pico temible, para engaño de aprendices de alpinistas y neo aventureros. Hacia el este, justo enfrente de nosotros, CANEJAN nos invita a recorrer el valle hasta SANT JOAN DE TORAN desde su atalaya de pueblo más alto de Aran, emprendiendo el vuelo sobre sus laderas cubiertas de abetos, hacia las altas tierras negras de LIAHT, donde las minas de hierro duermen para siempre; pero esa experiencia quedara para otro día.


Hoy, vamos al encuentro de la magia que se resiste a ser desalojada; hoy nos estamos acercando a CARLAC, el hayedo más recóndito que he conocido y el sendero se va adornado, paso a paso, con guirnaldas de frondosa vegetación. El sol ,que hasta este punto, nos quería abrasar, va cediendo en su dureza y corteja a la penumbra que, como una amante considerada, nos sopla en la nuca como un escalofrío contenido.


Tenemos que abandonar los prejuicios que viajan con nosotros pues la vereda así lo exige, no en vano estamos entrando en un lugar mágico y ya se sabe que en estos lugares todo es posible y nada es imposible, desde que nos robe el bocadillo un trasgu, a la visita inesperada de una hada o que un duende juguetón nos quiera convertir en unicornio.


Han tendido una espesa alfombra las hojas secas y los pasos se amortiguan para sonar como si los diésemos de puntillas, como con timidez, como si el eco perturbase esa calma inmemorial y las ramas se estremecieran por el ruido inaudible. Cubre los poros de la piel una cálida caricia que nos humedece como si miles de lenguas nos lamiesen. El tiempo ya no tiene sentido y las saetas doradas del reloj solar no atraviesan las copas inalcanzables de las hayas centenarias, borrando la referencia de cualquier mundo exterior y anulando la memoria que guia nuestros pies, para ser niños de nuevo, como solíamos, hace tanto ya... cuando creíamos que Campanilla velaba nuestros sueños de vuelos ingrávidos.


Un rumor allí, quizá una cara que se esconde; no soy capaz de distinguir pero alguien nos vigila desde los rincones, donde el rocío todavía perla los pleorotus, que se raciman sobre los troncos muertos por la edad sin años y quiero desprenderme de mi piel para perder el nombre y que nadie me llame hasta que otro despertar venga a saludarme. Miro fijamente los rostros de los árboles buscando en ellos su raiz mineral, la que me lleve al interior del principio de los tiempos pero me temo que mis ojos, prisioneros de otras visiones, no son capaces ya de distinguir el camino de vuelta y perdido deambulo en este mundo de fábula real, esperando un roce que me confirme mi propia identidad.
Súbitamente, la sed en la garganta me devuelve a la realidad, con la impertinencia de hacerme recordar mis limitaciones y buscamos la salida hacia el laberinto.


E. Mateo. agosto 09.




















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